Los expertos en citas comparten las experiencias que tienen con sus clientes, cuando estos acuden a los primeros, tras haber fracasado una y otra vez. Dicen que tras haber tenido una mala experiencia, suelen ser reacios a volver a intentarlo, porque se sienten exhaustos y con menos autoconfianza. Los expertos dicen que estas personas afrontan las citas de una de estas dos formas y nos explican por qué fracasan siempre.
El primer enfoque: “Es un concurso, así que deberías elegirme”.
Esta mentalidad es suficiente para volver a alguien loco. Parece que las mujeres utilizan este enfoque más que los hombres. Cuando el experto profundiza un poco, se da cuenta de que parece que las mujeres tienen más probabilidades de negarse al fracaso de una cita, pero no cuando les gusta el chico, sino cuando no les gusta. Extraño, ¿verdad?
Quizá no tanto, porque cuando los medios de comunicación escenifican a una mujer exitosa, suele ser una mujer con un aspecto excelente, que siempre está alegre y tiene mucha energía.
Cuando estás en una situación en la que no estás consiguiendo esa foto perfecta, tienes que mirar un poco más allá y entender que las citas no van de ganar o perder. Así que, ¿qué debes hacer? Deberías cambiar tu actitud y pensar que una cita se basa en dos personas que buscan algún tipo de atracción con alguien que tiene valores y estilos de vida similares. Quizá antes de empezar a juzgarte a ti misma, deberías ir a la siguiente cita pensando de qué forma encajáis los dos. ¿Hay una conexión? ¿Te gusta? Cuando seas capaz de hacer eso, puedes esperar que las cosas cambien a mucho mejor en tu experiencia con las citas.
El segundo enfoque: “Esperando al príncipe azul”
No hay duda de que mientras crecías viste películas de Disney en las que el amor a primera vista surge con el príncipe que acude a tu rescate. Si es un sueño genial… pero lo cierto es que tu Príncipe Azul es mucho menos parecido a los que aparecen en Disney de lo que lo es al hombre medio.
Afrontémoslo, muchos de nosotros odiamos las citas, porque nos sentimos juzgados constantemente. Por otro lado, tú también haces lo mismo juzgando al otro y repasando una lista mental sobre lo que piensas de la persona que está sentada a tu lado.
¿Sabías que la razón por la que los matrimonios concertados tienden a funcionar mucho mejor es que la pareja no tiene grandes expectativas? Tomemos el ejemplo de María. María vive en una ciudad y le va bien profesionalmente como directora ejecutiva de una empresa de construcción. Trabaja regularmente y tiene un sólido grupo de amigos en los que se puede apoyar. Parece que lo tiene todo, excepto que no tiene a nadie con el que compartir su vida. Suele mirar a sus amigos, que están casados pero lo hace con desinterés porque cree que están apalancados. No suele ver el atractivo de los maridos de sus amigas porque no les considera suficientemente educados o interesantes.
Cuando miramos a las parejas más de cerca, María revela que son realmente felices y no parecen para nada apalancados. Todo viene de lo que hace que una relación sea realmente un éxito y de que los fundamentos de la relación sean una fuerte atracción mutua que se basa en la amistad y los valores comunes. Ah, y también es importante que seas flexible con algunas cosas. Las relaciones se basan en dar y recibir, el compromiso y el trabajo en equipo.
Cuando dejamos de juzgar, hay algo en nosotros que cambia y nos hace capaces de ver la mejor elección para nosotros. Cuando dejamos ir nuestras expectativas y mantenemos la mente abierta (especialmente sobre cómo queremos que nuestra pareja sea con nosotros), somos capaces de ver a nuestras parejas como realmente son. Con un poco de tiempo, práctica y algunos rituales que nos ayudarán a formar una sensación personal de comodidad, te tomarás las citas más como una aventura y algo con lo que seguir adelante.