Todo puede cambiar si te registras en una web de citas online

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Clara ha tenido unos días libres en el trabajo y como estaba soltera y se aburría, decidió probar las citas online. Hizo un ranking de sitios de citas online (¡fue sorprendente descubrir todos lo que había!) y se registró en uno. Tras dar los pasos para registrarse, crear un perfil atractivo y elegir la foto perfecta, comenzó su búsqueda.

Mientras se desplazaba por la, en apariencia interminable, lista de posibles candidatos se fue implicando en el proceso.

Ver una foto. Hacer clic en un perfil. Leer el perfil. Decidirse a enviar un mensaje a la persona o pasar de largo.

Y vuelta a empezar.

Se encontró una gran cantidad de descripciones raras:

“Valoro mi independencia, pero siempre disfruto la compañía que solo un tipo de mujer puede dar.”

“Vivo mi sueño trabajando lo mínimo que puedo en un call center, pero me gustaría encontrar a alguien con la que ir a casa, para no volver solo a un apartamento sombrío con una botella de ginebra.”

Clara aprendió rápidamente que hay una regla de oro en las citas online llamada “mentira piadosa”, que consiste generalmente en responder a los candidatos que no te gustan con algo como “Acabo de empezar a quedar con alguien y solo he entrado a comprobar mis mensaje. Lo siento, pero gracias, me siento halagada y te deseo mucha suerte”.

Dice que empezó a utilizar ese tipo de mentira cuando los hombres se ponían en contacto con ella y no estaba interesada en conocerlos. Contaba un ejemplo en el que un tío la envió un mensaje muy detallado sobre cómo era su mujer ideal, hasta llegar a describir las uñas de sus pies (que deben ser cortas, estar pintadas de rojo y debe ir a una sesión de pedicura semanal).

Le dijo que estaba halagada, pero que creía que fuesen compatibles y le deseó lo mejor.

Una noche, se encontró el perfil de un hombre muy guapo, que solo vivía a unos 10 km de ella. Leyó su perfil y le estaba pareciendo muy interesante, hasta que vio que decía que le gustaba ayudar en la cocina, pero que se negaba a ser el anfitrión de cenas con los amigos y nunca consideraría cocinar algo en casa como un buen plan para disfrutar.

La semana siguió avanzando e incontables hombres con los que no quería tener nada que ver la enviaron mensajes: un hombre era un intelectual aburrido que parecía que sabía lo que decir, pero carecía de convicción, otro era un hombre cortado en serie que siempre usaba frases que daban a entender que no tenía creatividad o personalidad, y otros que tenían exigencias increíbles o abiertamente decían que solo querían sexo y nada más.

Después de decidir que no estaba teniendo nada de suerte en esta web particular, se decidió por probar otra y se registró en Flirt.com. Cuando completó su perfil, empezó a recibir mensajes instantáneamente; uno en particular le llamó la atención. Era simple e iba al grano.

“¡Hola! Estaba mirando los nuevos perfiles y debo admitir que el tuyo me ha llamado la atención. Veo que tenemos varias cosas en común y que podríamos ser amigos. Es una pena que no vivamos más cerca, pero de todas formas me gustaría conocerte. Estaré por tu zona este fin de semana. ¿Te gustaría quedar para comer?”

Entusiasmada por la autenticidad del mensaje y la oportunidad que se abría ante sí, Clara pensó que quizá las cosas por fin iban a encajar.